sábado, 17 de octubre de 2009

Linguistica: breve reseña historica

Historia de la lingüística
La historia de la lingüística está construida desde la antigüedad por una tradición de ideas y tratados sobre el lenguaje tales como la retórica, la gramática, la filología, la morfología y la sintaxis para fundirse en esta ciencia que queda comprendida en la semiología y ésta a su vez en la psicología social.
La historia de la lingüística por razones de estudio puede dividirse en dos grandes etapas, cada una de las cuales contiene diferentes puntos de vista o postulados sobre los que gira el estudio del lenguaje y la lengua. Estas etapas son: la lingüística pre científica y la lingüística moderna.

1. Lingüística pre científica
La ciencia que se ha constituido en torno de los hechos del lenguaje ha pasado por tres fases sucesivas antes de reconocer cuál es su verdadero y único objeto.
Se comenzó por organizar lo que se llamaba la gramática. Este estudio, inaugurado por los griegos y continuado especialmente por los franceses, estaba fundado en la lógica y desprovisto de toda visión científica y desinteresada de la lengua misma; lo que la gramática se proponía era únicamente dar reglas para distinguir las formas correctas de las formas incorrectas; se trataba de una disciplina normativa, muy alejada de la pura observación y su punto de vista era, por lo tanto, necesariamente estrecho.
Después apareció la filología. Ya en Alejandría existía una escuela filológica, pero este término se asocia sobre todo con el movimiento científico creado por Friedrich August Wolf a partir de 1777, que continúa hasta nuestros días. La lengua no es el único objeto de la filología, que quiere sobre todo fijar, interpretar, comentar los textos. Este primer estudio lleva también a la historia literaria, de las costumbres, de las instituciones, etc.; en todas partes usa el método que le es propio, que es la crítica. Si aborda cuestiones lingüísticas, es sobre todo para comparar textos de diferentes épocas, para determinar la lengua particular de cada autor, para descifrar y explicar inscripciones redactadas en una lengua arcaica u oscura. Sin duda estas investigaciones son las que se prepararon para lingüística histórica: los trabajos de Ritschl sobre Plauto pueden ya llamarse lingüísticos, pero, en ese terreno, la crítica filológica falla en un punto: en que se atiene demasiado servilmente a la lengua escrita, y olvida la lengua viviente. Por lo demás la antigüedad grecolatina es la que la absorbe casi por entero.
El tercer período comenzó cuando se descubrió que las lenguas podían compararse entre sí. Este fue el origen de la filología comparada o gramática comparativa. En 1816, en una obra titulada Sistema de la conjugación del sánscrito, Franz Bopp estudió las relaciones que unen el sánscrito con el germánico, el griego, el latín, etc. y comprendió que las relaciones entre lenguas parientes podían convertirse en una ciencia autónoma. Pero esta escuela, con haber tenido el mérito indisputable de abrir un campo nuevo y fecundo, no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Y sin tal operación elemental, una ciencia es incapaz de procurarse un método.

1.1 El mundo griego
La especulación lingüística comenzó esporádicamente entre los filósofos retóricos presocráticos. Se discutieron dos cuestiones fundamentales: hasta qué punto el lenguaje era "natural", y hasta qué punto "convencional"; y hasta qué punto el lenguaje es analógico (estructurado y ordenado mediante reglas), y hasta qué punto es anómalo (variable, irregular e impredecible.) Ya aparecen cuestiones lingüísticas en algunos diálogos de Platón, como el Crátilo, por lo cual es probable que Sócrates ya se interesase por esas cuestiones. Luego, Aristóteles retomó el interés por el lenguaje y trató cuestiones lingüísticas relacionadas con la retórica y la crítica literaria en sus obras Retórica y Poética. A pesar de que Platón y Aristóteles se interesaron por las cuestiones del lenguaje, fueron los filósofos del Estoicismo los primeros en reconocer a la lingüística como una rama separada de la filosofía.
En la época helenística, el estudio de la lingüística era necesario, ya que el imperio de Alejandro Magno era muy extenso y dentro de él se hablaban muchas lenguas diferentes. Por eso se crearon institutos de enseñanza de la lengua griega (la lengua oficial del imperio), como medio de cohesión y dominio de los pueblos bajo la influencia griega. Asimismo, los estudiosos intentaban preservar los niveles de gramática y estilo griegos que habían alcanzado los grandes autores clásicos. Algunos estudiosos del lenguaje se orientaban hacia la literatura (como Dionisio de Tracia); otros, hacían mayor referencia a los principios lógicos y psicológicos que subyacen al lenguaje.
1.2 El mundo romano
Cuando Roma entró en contacto con Grecia, la lingüística estaba ya bien desarrollada. Basándose en las gramáticas griegas, los estudiosos romanos intentaron concebir la gramática de la lengua latina. Había tantas semejanzas entre ambas lenguas, tanto tipológicas como lexicales, que se llegó a difundir la idea errónea de que el latín descendía directamente del griego, con alguna mezcolanza bárbara. Solo hubo un gramático que demostró originalidad en sus estudios: Marco Terencio Varrón (116-27 a. C.). Varrón realizó una larga disquisición acerca de la lengua latina, en la que investigó su gramática, su historia y su uso contemporáneo. Asimismo, trató cuestiones de lingüística general, como la controversia entre analogía y anomalía. Llegó a la conclusión de que el lenguaje es análogo, está gobernado por reglas; que es tarea del lingüista descubrir y clasificar esas reglas; que existen anomalías, pero que son semánticas o gramaticales y que éstas deben aceptarse y registrarse, pero que no es parte del trabajo del lingüista el tratar de mejorar la estructura de la lengua desafiando el uso establecido. Una opinión bastante revolucionaria, teniendo en cuenta las ideas de aquella época y las de hoy en día. Desde los comienzos de la era cristiana apareció un gran número de gramáticas latinas. Las más importantes son la de Donato y la de Prisciano.
1.3 La Europa Medieval
Durante la Edad Media, los textos de Donato y Prisciano fueron esenciales para la enseñanza del latín —la lengua oficial del Imperio Romano de Occidente y posteriormente de la Iglesia—, en que se basaba toda la educación y los estudios lingüísticos. En la etapa conocida como Renacimiento Carolingio, la obra de Prisciano cobró cada vez más importancia, hasta que se convirtió en la base erudita para la enseñanza de la gramática. Alrededor del siglo XII, se produjo un resurgimiento de la filosofía europea a manos de hombres como San Anselmo de Canterbury y Pedro Abelardo, siempre dentro de la Iglesia, único sostén de la educación. A raíz de los contactos que Europa tuvo con la erudición griega del Este se retomó la lectura de los textos de Aristóteles, con lo cual renació el estudio del griego. Gracias a este resurgimiento, cambió la concepción de la gramática latina, considerada más como una disciplina filosófica que didáctica y literaria. Con los estudios gramaticales controlados por los filósofos, se la empezó a considerar como un medio de relacionar el lenguaje con la mente humana. "La teoría del lenguaje con la que operaban los gramáticos especulativos adoptaba tres niveles interrelacionados: realidad externa o formas en las que el mundo existe, sus propiedades reales (modi essendi), las capacidades de la mente para aprehender y comprender éstas (modi intelligendi) y los medios a través de los cuales la humanidad puede comunicar esta comprensión (modi significandi)".
El aporte más importante de la gramática especulativa es la teoría de la gramática universal. Gracias al estudio de las lenguas vernáculas, los gramáticos llegaron a la conclusión de que todos lo seres humanos tienen la capacidad de aprender un lenguaje, y que las diferencias no son más que accidentes. Los estudios gramaticales se dejaron de lado, por considerarse de escaso interés teórico. Lo mismo ocurrió con el estudio de los textos clásicos latinos. Sin embargo, nunca fueron desechados del todo. Y en el Renacimiento fueron definitivamente retomados.
1.4 El Renacimiento
En 1492 aparece la primera gramática castellana de Antonio de Nebrija, en la que se eleva esta lengua a la categoría de la toscana, heredera privilegiada del latín.
Durante todo el siglo XVI aparecen gramáticas de lenguas vernáculas (español, francés), de lenguas indígenas (quechua, náhuatl), lo que demuestra la necesidad que tienen el nacionalismo político, por un lado, y la Iglesia por otro, de disponer de un instrumento de identificación y de divulgación respectivamente. A pesar de ello, no decae el interés por el estudio del latín, entre otras razones porque una vez desaparecido el latín vulgar como lingua franca, existe en el Renacimiento la imperiosa necesidad de rescatar el latín clásico como lengua de cultura. Al mismo tiempo, el interés que ha despertado el estudio de las lenguas vulgares hace posible estudios comparativos que buscan sus rasgos comunes y más generales.
1.5 La Ilustración
En efecto, durante el Renacimiento, la eclosión de las lenguas vernáculas va a dar lugar a la revitalización de las investigaciones sobre la lengua perfecta o común. En esta línea aparece la Minerva de el Brocense o la conocida gramática de Port-Royal, que actúa como eslabón entre las teorías racionalistas del s. XVII y las del XVIII.
A propósito del origen del lenguaje y sus relaciones con el pensamiento, el siglo XVIII se halla dividido entre hipótesis racionalistas e hipótesis empírico censistas. Muchos pensadores de la Ilustración están influidos por los principios cartesianos que se habían expresado, a nivel semiótico, en la Grammaire (1660) y La Logique (1692) de Port-Royal. Autores como Nicolas Beauzée y César Chesneau du Marsais intentan distinguir un perfecto isomorfismo entre lengua, pensamiento y realidad, y en esta línea discurrirán muchas de las discusiones sobre la racionalización de la gramática. Frente a ello se encuentra la llamada lingüística ilustrada, representada por Condillac,
1.6 La lingüística comparada
Será con la llegada del romanticismo cuando se produzca un importante resurgir de todo lo que tenga que ver con la cultura de los pueblos y de las naciones, con sus particularidades, y en consecuencia, con lo que pudiera significar la expresión del alma del pueblo. En este contexto, uno de los aspectos más apreciados será el de las lenguas nacionales como principal expresión del alma de los pueblos, de ahí el resurgimiento en esta época de abundantes estudios comparativos, etnográficos y descriptivos relacionados con la lengua. Las lenguas tienen vida, se quiere saber cómo son, por qué cambian, para qué se usan realmente, cuál es su origen. Se busca el parentesco entre las distintas lenguas, las leyes que expliquen las analogías, los elementos comunes y diferenciales, etc.
El descubrimiento del sánscrito significa todo un empujón en este sentido. En 1786, William Jones establece el parentesco del sánscrito con el latín, el griego y las lenguas germánicas. Posteriormente, en 1816, en una obra titulada Sistema de la conjugación del sánscrito, Franz Bopp comprendió que las relaciones entre lenguas parientes podían convertirse en una ciencia autónoma. Pero esta escuela, con haber tenido el mérito indisputable de abrir un campo nuevo y fecundo, no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Y sin tal operación elemental, una ciencia es incapaz de procurarse un método.
El primer error, y el que contiene en germen todos los otros, es que en sus investigaciones -limitadas por lo demás a las lenguas indoeuropeas- nunca se preguntó a qué conducían las comparaciones que establecía, qué es lo que significaban las relaciones que iba descubriendo. Fue exclusivamente comparativa en vez de ser histórica; pero, por sí sola, no permite llegar a conclusiones. Y las conclusiones se les escapaban a los comparatistas, tanto más cuanto se consideraba el desarrollo de dos lenguas como un naturalista lo haría con el cruzamiento de dos vegetales.
Hasta 1870, más o menos, no se llegó a plantear la cuestión de cuáles son las condiciones de la vida de las lenguas. Se advirtió entonces que las correspondencias que las unen no son más que uno de los aspectos del fenómeno lingüístico, que la comparación no es más que un medio, un método para reconstruir los hechos.
La lingüística propiamente dicha, que dio a la comparación el lugar que le corresponde exactamente, nació del estudio de las lenguas romances y de las lenguas germánicas. Los estudios románicos inaugurados por Friedrich Diez -su Gramática de las lenguas romances data de 1836-1838- contribuyeron particularmente a acercar la lingüística a su objeto verdadero. Y es que los romanistas se hallaban en condiciones privilegiadas, desconocidas de los indoeuropeístas; se conocía el latín, prototipo de las lenguas romances, y luego, la abundancia de los documentos permitía seguir la evolución de los idiomas en los detalles. Estas dos circunstancias limitaban el campo de las conjeturas y daban a toda la investigación una fisonomía particularmente concreta. Los germanistas estaban en situación análoga; sin duda el protogermánico no se conoce directamente, pero la historia de las lenguas de él derivadas se puede seguir, con la ayuda de numerosos documentos, a través de una larga serie de siglos. Y también los germanistas, más apegados a la realidad, llegaron a concepciones diferentes de la de los primeros indoeuropeístas.
Un primer impulso se debió al americano William D. Whitney, el autor de La vida del lenguaje (1875). Poco después, se formó una escuela nueva, la de los neogramáticos, liderada por alemanes. Su mérito consistió en colocar en perspectiva histórica todos los resultados de las comparaciones, y encadenar así los hechos en su orden natural. Gracias a los neogramáticos ya no se vio en la lengua un organismo que se desarrolla por sí mismo, sino un producto del espíritu colectivo de los grupos lingüísticos. Al mismo tiempo se comprendió cuan erróneas e insuficientes eran las ideas de la filología y de la gramática comparada

2. Lingüística moderna
La lingüística moderna tiene su comienzo en el siglo XIX con las actividades de los conocidos como neogramáticos, que, gracias al descubrimiento del sánscrito, pudieron comparar las lenguas y reconstruir una supuesta lengua original, el protoindoeuropeo (que no es una lengua real, sino una reconstrucción teórica).
No será, sin embargo, hasta la publicación póstuma del libro Curso de lingüística general (1916), del suizo Ferdinand de Saussure, que se convierte la lingüística en una ciencia integrada en una disciplina más amplia, la semiología, que a su vez forma parte de la psicología social, y defina su objeto de estudio. La distinción entre lengua (el sistema) y habla (el uso) y la definición de signo lingüístico (significado y significante) han sido fundamentales para el desarrollo posterior de la nueva ciencia. Sin embargo, su perspectiva —conocida como estructuralista y que podemos calificar, por oposición a corrientes posteriores, como de corte empirista— será puesta en cuestión en el momento en que ya había dado la mayor parte de sus frutos y por lo tanto sus limitaciones quedaban más de relieve.
En el siglo XX el lingüista estadounidense Noam Chomsky crea la corriente conocida como generativismo. Con la idea de solventar las limitaciones explicativas de la perspectiva estructuralista, se produce un desplazamiento del centro de atención que pasa de ser la lengua como sistema (la langue saussuriana) a la lengua como proceso de la mente del hablante, la capacidad innata (genética) para adquirir y usar una lengua, la competencia. Toda propuesta de modelo lingüístico debe pues —según la escuela generativista— adecuarse al problema global del estudio de la mente humana, lo que lleva a buscar siempre el realismo mental de lo que se propone; por eso al generativismo se le ha descrito como una escuela mentalista o racionalista.
Tanto la escuela chomskiana como la saussureana se plantean como objetivo la descripción y explicación de la lengua como un sistema autónomo, aislado. Chocan así —ambas por igual— con una escuela que toma fuerza a finales del siglo XX y que es conocida como funcionalista. Por oposición a ella, las escuelas tradicionales chomskiana y saussuriana reciben conjuntamente el nombre de formalistas. Los autores funcionalistas —algunos de los cuales proceden de la antropología o la sociología— consideran que el lenguaje no puede ser estudiado de forma autónoma descartando el "uso" del lenguaje. La figura más relevante dentro de esta corriente tal vez sea el lingüísta holandés Simon Dik, autor del libro Functional Grammar. Esta posición funcionalista acerca la lingüística al ámbito de lo social, dando importancia a la pragmática, al cambio y a la variación lingüística.
La escuela generativista y la funcionalista han configurado el panorama de la lingüística actual: de ellas y de sus mezclas arrancan prácticamente todas las corrientes de la lingüística contemporánea. Tanto el generativismo como el funcionalismo persiguen explicar la naturaleza del lenguaje, no sólo la descripción de las estructuras lingüísticas.

2.1 Principales escuelas lingüísticas
Con estos precedentes y el impulso de la corriente estructuralista que se adueña de la metodología aplicada a las ciencias sociales y etnográficas, surge la figura del suizo Ferdinand de Saussure, quien señala las insuficiencias del comparatismo al tiempo que acota claramente el objeto de estudio de la lingüística como ciencia —a la que integra en una disciplina más amplia, la semiología, que a su vez forma parte de la psicología social—, a saber, el funcionamiento de los signos en la vida social, en su "Curso de Lingüística General", una edición póstuma de sus lecciones universitarias realizada por sus alumnos. Lo fundamental del aporte de Saussure como padre de la nueva ciencia fueron la distinción entre lengua (sistema) y habla (realización), y la definición de signo lingüístico (significado y significante). Sin embargo, su enfoque —conocido como estructuralista y que podemos calificar, por oposición a corrientes posteriores, como de corte empirista— será puesto en cuestión en el momento en que ya había dado la mayor parte de sus frutos y por lo tanto sus limitaciones quedaban más de relieve.
En el siglo XX el lingüista estadounidense Noam Chomsky crea la corriente conocida como generativismo. Con la irrupción de esta escuela de éxito fulgurante, puesto que las limitaciones explicativas del enfoque estructuralista eran evidentes, hay un desplazamiento del foco de atención que pasa de ser la lengua como sistema (la langue saussureana) a la lengua como producto de la mente del hablante, la capacidad innata para aprender y usar una lengua (la competencia chomskiana). Según Chomsky, la capacidad de aprender una lengua es genética. Plantea una cuestión fundamental: el argumento de Platón: ¿cómo es posible que el ser humano aprenda un sistema tan complejo (basado en las jerarquías) a partir de estímulos tan pobres e incompletos? Es decir, la persona que ha aprendido una lengua es capaz de formular enunciados que nunca antes ha escuchado, porque conoce las reglas según las cuales los enunciados deben formarse. Este conocimiento no es adquirido mediante el hábito (sería imposible) sino que es una capacidad innata. Todo ser humano que nace ya lleva consigo esta capacidad, que es la Gramática Universal, reglas gramaticales que rigen a todas las lenguas por igual.
Toda propuesta de modelo lingüístico debe pues —según la escuela generativista— adecuarse al problema global del estudio de la mente humana, lo que lleva a buscar siempre el realismo mental de lo que se propone; por eso al generativismo se le ha descrito como una escuela mentalista o racionalista.
Tanto la escuela chomskiana como la saussureana se plantean como objetivo la descripción y explicación de la lengua como un sistema autónomo, aislado. Chocan así —ambas por igual— con una escuela que toma fuerza a finales del siglo XX y que es conocida como funcionalista. Por oposición a ella, las escuelas tradicionales chomskiana y saussureana reciben conjuntamente el calificativo de formalistas. Los autores funcionalistas —algunos de los cuales proceden de la antropología o la sociología— consideran que el lenguaje no puede ser estudiado sin tener en cuenta su principal función: la comunicación humana. La figura más relevante dentro de esta corriente tal vez sea el lingüista holandés Simon C. Dik, autor del libro Functional Grammar. Esta posición funcionalista acerca la lingüística al ámbito de lo social, dando importancia a la pragmática, al cambio y a la variación lingüística.

Referencias.
• SIMONE, R. Fundamentos de lingüística, Barcelona, Ariel.

La monografía (3)

La monografía
Una monografía se considera científica si cumple con las siguientes pautas:
• Trata un objeto de estudio (tema) de manera tal que pueda ser reconocible para los demás;
• La investigación dice cosas sobre ese objeto que no se han dicho antes o lo aborda desde una óptica distinta de la ya difundida;
• Es útil a los demás;
• Proporciona elementos que permitan confirmar o refutar las hipótesis que presenta, de manera tal que otros puedan continuar el trabajo o ponerlo en tela de juicio.
2. Tipos de monografía
Monografía de compilación: el alumno, después de elegir el tema, analiza y redacta una presentación crítica de la bibliografía que hay al respecto. Es importante tener buen nivel de comprensión y "ojo crítico" para referirse a los diferentes puntos de vista y exponer la opinión personal tras una revisión exhaustiva.
Monografía de investigación: se aborda un tema nuevo o poco explorado y se realiza la investigación original; para eso hay que conocer lo ya se ha dicho y aportar algo novedoso.
Monografía de análisis de experiencias: es frecuente que se emplee este tipo de monografía en las carreras que implica una práctica, por ejemplo, en Medicina durante la época de residencia, o bien en el ejercicio profesional, se analizan experiencias, se sacan conclusiones, se compara con otras semejantes, etc.
3. Pasos para realizar una monografía
1. Aparición de la idea o asignación del tema.
2. Búsqueda de información, primeras lecturas exploratorias y consulta a personas expertas en la materia.
3. Presentación del objeto en aproximadamente en quince líneas. Este momento es muy importante porque consiste en la escritura del enunciado y la delimitación del tema.
4. Elección definitiva del tema y lecturas complementarias. En este paso aumenta el compromiso del autor con el objeto de estudio.
5. Plan operativo: consiste en definir concretamente las tareas por realizar, planificar el trabajo, controlar el desarrollo, plantear las dificultades, etc.
6. Realización de las tareas previstas y redacción del primer borrador.
7. Evaluación intermedia: a partir de una relectura detallada, se pueden hacer los ajuste necesarios. También, se puede consultar nuevamente a las personas idóneas (frecuentemente hay un tutor o director de tesis que orienta el trabajo). Si es necesario, modificar la planificación inicial.
8. Plan de redacción definitivo: para exponer el trabajo, se ajustan los títulos, párrafos, cantidad de páginas, gráficos, etc.
A continuación, se desarrollan en detalle algunos de estos pasos.
Elección del tema
Los temas pueden ser numerosos y diversos; en caso de ser asignados por el profesor, sólo habrá que reflexionar sobre cómo presentarlos y no alejarse del asunto por tratar.
Cuando es el alumno el que elige, conviene tener en cuenta las reglas que cita Umberto Eco en la obra antes mencionada:
Que el tema responda a los intereses del autor.
Que las fuentes a as que recurra sean asequibles, es decir, al alcance físico del alumno, ya que debe pensar en el tiempo disponible y en los recursos con que se cuenta.
Que las fuentes sean manejables, es decir, al alcance cultural e intelectual del alumno,
Que el autor esté en condiciones de dominar la metodología que ha decidido emplear.
Es conveniente preguntarse antes de la elección definitiva del tema:
o ¿Es posible desarrollarlo en el tiempo y con la bibliografía disponible?
o ¿No es demasiado amplio, abarcativo, vago o impreciso?
o ¿Existe algún libro o artículo de lectura imprescindible?
o ¿Por dónde empezar?
o El tema que deseo tratar, ¿es posible?
A veces, después de estas reflexiones, es necesario desechar el tema; otras, es suficiente con modificarlo o cambiar la perspectiva para abordarlo.
Si se elige un tema muy abarcativo, por ejemplo, la mujer en la literatura, se corre el riesgo de no poder tratarlo con detenimiento; en cambio, un tema preciso, la influencia de Alfonsina Storni en la literatura argentina de comienzos de siglo, restringe el campo y facilita el trabajo.
En el momento de la elección del tema, se debe considerar, además, la situación particular del autor—monografía—investigador, reconocer las propias limitaciones, los intereses personales, la disponibilidad de tiempo, la posibilidad de consulta de documentos o libros, el manejo de idiomas para el acceso a determinado material, etc.
La búsqueda del material
Una vez definido el objeto de estudio o tema de la monografía, es necesario valerse de fuentes, es decir, libros, documentos (estadísticas, entrevistas, grabaciones, fotografías, etc.), artículos de diarios o revistas que hagan verificable el trabajo y, a la vez, permitan a los lectores profundizar el tema.
Para la elaboración de la monografía hay que estar al tanto del "estado de la cuestión", esto quiere decir, por un lado, conocer los trabajos realizados sobre el tema, y por otro, consultar las obras de síntesis relacionadas con el contexto temático que enmarca la tesis. Por ejemplo, si el tema por investigar fuera la necesidad de asistencia psicológica a los jugadores de las divisiones inferiores de los clubes de fútbol, habrá que acudir a textos sobre dinámica grupal, psicología social, liderazgo, psicología evolutiva, etc.
Ya nos hemos referido a la búsqueda de información en bibliotecas e Internet y al uso de fichas y ficheros en este mismo libro. Ampliar las referencias bibliográficas del material consultado, conviene no cometer los siguientes errores, que suelen ser muy frecuentes:
1. Colocar sólo la inicial del nombre del autor; esto suele producir confusión, por ejemplo, Álvarez, J. Puede hacer referencia a >José el pintor argentino que utilizó el seudónimo Fray Mocho (1858-1903), o a Juan Álvarez (1790-1867), político mexicano.
2. Colocar el lugar de impresión y no el lugar de edición; para evitar esto se debe recurrir al reverso de la portada donde está el Copyright y no al colofón.
3. Colocar el lugar de edición y no el nombre de l editorial. En Madrid se publican infinidad de obras, por lo tanto, hay que mencionar la editorial responsable.
Plan operativo: Es conveniente una vez definido el tema y realizada una primera búsqueda de materiales, organizar un plan de trabajo tentativo. Este será breve y se irá completando, transformando y afinando sobre la marcha.
Puede indicar la posible división en capítulo y esbozar un índice provisional.
Plan de redacción: Este plan muestra la forma definitiva de la monografía, es detallado; contiene todos los títulos y en lo posible el de cada párrafo. Prevé, además, el número aproximado de páginas para cada capítulo, (aunque puede variar luego es útil saber que extensión y profundidad tendrá cada tema).
Primer borrador: Vale recordar aquí que la escritura es un proceso. Nadie escribe "de un tirón", ni "de una vez y para siempre". Es necesario, pues, revisar, corregir y encontrar la expresión más adecuada para cada situación. Mucho ha facilitado esta tarea el uso de los procesadores de texto: cambiar un párrafo de lugar, agregar o quitar oraciones, precisar el léxico empleado resultan tareas sencillas. Pero ponerse en la piel del lector al que va dirigido el texto en cuestión ya implica un esfuerzo mayor. Hay que imaginar cuánto sabe del tema, qué debe explicarse y qué no, qué referencias acerca del contexto en que se eligió el tema hay que brindarle, qué menciones a la bibliografía se deben consignar, cuánto recuerda del capítulo anterior y cuánto debe ser reiterado, qué distancia tomar respecto del escrito (por ejemplo, mantener la forma impersonal se cree, se ha probado o incluirse a través e la primera persona del plural: creemos, hemos afirmado, etc.). Todas estas son decisiones que debe tomar el que escribe la monografía sin que ningún procesador pueda ayudarlo. Y son estas decisiones las que contribuirán en buena medida a conseguir la eficacia del texto; por eso deben ser tenidas en cuenta desde la primera versión que se haga del trabajo y ajustarse y controlarse en las sucesivas reescrituras.
Aunque se haya leído mucho sobre el tema y se sepa que decir, la hoja en blanco suele producir cierta parálisis. Por lo tanto, conviene empezar a escribir aunque sea en forma desordenada a partir de lo se vaya presentado ante cada título y no buscar inmediatamente una forma definitiva. Revisar, releer y corregir serán las herramientas indispensables en esta etapa de redacción.
Si fuera posible, también ese puede señalar en este punto del trabajo, las imágenes o cuadros que se podrían incluir más adelante.
Conviene esbozar, además, la introducción y la conclusión para la monografía, aunque en sucesivas revisiones haya que hacer modificaciones. De esta manera, se tendrá una versión completa y una visión de conjunto de lo producido hasta el momento.
Redacción definitiva: Es indudable que no existe la posibilidad de dar indicaciones que aseguren el éxito de la escritura. También en esta tarea hay mucho de práctica, de borradores que se descartan, de comentarios de los lectores, de aprendizaje que se hace con la escritura misma.
• Oraciones y párrafos
En lo posible, se trata de no escribir párrafos ni oraciones muy largos. Si en el borrador se han dejado fluir las ideas, esta es la hora de acotarlas, separarlas y evitar la profusión de pronombres y subordinadas.
Es conveniente releer varias veces y desde le principio el escrito para comprobar su cohesión y mantener la unidad temática.
Por ejemplo, es preferible repetir un sujeto, antes que no saber de quién se habla si se emplea un pronombre. Otras veces, es necesario reordenar las ideas porque se comprueba que algunas se desvían del tema y deben formar parte de otro capítulo.
La subdivisión en párrafos y la inclusión de subtítulos, en general, facilita la comprensión.
Al elegir títulos y subtítulos debe pensarse que sean a la vez significativos respecto del contenido del texto y atractivos para el lector. Un titulo sugerente invita ala lectura, y es posible imaginar versiones más interesantes que la sola enunciación del contenido.
La puntuación es, sin duda, garantía de comprensión, pero no pueden darse reglas ‘particulares para la redacción de una monografía. La única indicación posible es que no deben usarse puntos suspensivos (salvo en las citas en que se ha omitido algún fragmento), ni signos de exclamación. Para los demás casos. Se puede consultar algún libro de gramática o diccionario que incluya las reglas generales.
Citas y notas al pie
Una monografía se nutre de gran variedad de materiales escritos que deben ser citados según las normas en uso.
En líneas generales, los textos consultados se pueden parafrasear, es decir, explicar o ampliar. También en este caso debe citarse la fuente. Toda vez que se transmite literalmente una frase de otro autor, debe consignarse la correspondiente referencia bibliográfica.
Si la cita fuera breve, puede aparecer a lo largo del texto entre comillas, en caso de citas textuales, conviene destacarlas de alguna manera, por ejemplo usando un margen izquierdo más amplio o mediante bastardillas.
En cuanto al uso de las notas, conviene recordar las más frecuentes:
• Indican la referencia bibliográfica de una cita. Aunque hemos señalado que hay otras maneras de dar esta indicación dentro del texto, es conveniente que figuren a pie de página o al final del capítulo para que el lector ubique rápidamente los datos que le interesen.
• Agregan datos sobre bibliografía complementaria. También conviene registrarla a pie de página.
• Remiten a otras partes del trabajo. Cuando es necesario consultar otro capítulo un otra sección del mismo capítulo, el señalamiento se hace mediante una nota al pie.
• Amplían una información. Para no recargar el texto con explicaciones o argumentos secundarios, se los desarrolla a pie de página.
• La bibliografía
La bibliografía está compuesta por la referencia bibliográfica de los libros, artículos, documentos, etc. consultados al elaborar la monografía, hayan sido citados a lo largo del texto o no.
Si no es muy extensa, puede ubicarse al final del trabajo. Cuando se trata de monografías de mayor envergadura, suele consignarse, además, la bibliografía correspondiente al final de cada capítulo.
La forma de organizarla varía según las necesidades puede hacerse por orden alfabético, ordenando de esta manera los apellidos de los autores, dividirla por temas, determinando cuáles son los fundamentales y agrupando por orden alfabético a los autores de cada uno; o bien, clasificarlas por tipos de documentos; libros, artículos, cartas, leyes, etc.
Aspectos gráficos
Cuando se ha releído la monografía completa varias veces, y se han corregido oraciones, párrafos y hasta capítulos enteros; cuando todo parece estar controlado, revisado y terminado, aún falta poner a punto el diseño de las páginas, la reorganización de la información en forma de gráficos, la inclusión de imágenes, la elaboración del índice, es decir, la presentación general.
En lo que se refiere a títulos y subtítulos. Es necesario destacarlos de alguna manera, aunque manteniendo el criterio para cada categoría (por ejemplo, los títulos se escriben en negrita y subrayados y los subtítulos sólo se subrayan.) Ambos se colocan junto al margen.)
La sangría, al comenzar cada párrafo puede ser de dos o tres espacios. También debe tenerse en cuenta qué se subraya a lo largo del texto:
• Las expresiones extranjeras que no sean de uso común.
• Los nombres científicos.
• Los términos técnicos. Los títulos de libros, películas, diarios, poemas, cuadros.
• Las frases (no demasiado largas) que presenten una tesis o su demostración.
Otro de los asuntos por considerar, en esta puesta a punto, es el de las imágenes y gráficos incluidos. Cada vez que aparezca un mapa, una fotografía, etc. será necesario acompañada del epígrafe correspondiente, es decir, la leyenda que indique de qué se trata y cuál es la por fuente de la que procede.
Además, habrá que evaluar qué información puede ser presentada en forma de cuadro, infografía, red conceptual, etc. y proceder a diagramar la página en consecuencia.
El índice
El índice debe contener todos los títulos y subtítulos de la monografía con las mismas palabras y la indicación de la página en donde se encuentran. Suele ubicarse al principio o al final del trabajo, pero es más cómodo de consultar si está al comienzo.
Relectura del original
El control de detalles finales debe ser exhaustivo.
Resulta indispensable hacer una lectura de corrido del texto para evaluar la coherencia global, la relación entre las ideas, las repeticiones, la necesidad de agregar conectores y todos los aspectos de la cohesión.
Algunos puntos débiles del texto que conviene revisar especialmente son:
• La relación de los títulos y subtítulos (se advierte con una lectura de corrido).
• Las conexiones entre los párrafos y los capítulos entre sí.
• La numeración de capítulos y parágrafos debe ser correlativa.
• La precisión de notas y referencias bibliográficas.
• La corrección de la ortografía y la puntuación,
• Las palabras repetidas.
Apéndice
Es indudable que cualquier trabajo académico requiere de la integración y producción personales, a través de síntesis, comentarios y resúmenes de los textos que nos proporcionan las fuentes de información, para que nuestro documento contenga; alguna porción de originalidad.
Para aquellos que se inician en estas disciplinas, recomendamos leer primero la información requerida y después expresarla con palabras propias. Ejemplo:
La idea de fundación de la Casa del Obrero Mundial partió de los líderes españoles Juan Francisco Moncaleano y Eloy Armental, en cuyo derredor se agruparon Rosendo Salazar; Celestino Gasca, Antonio Díaz Soto y Gama, Lázaro Gutiérrez de Lara, Manuel Sarabia, Rafael Pérez Taylor, etcétera. El fin de los fundadores fue crear un órgano orientador de las masas obreras que empezaban a sindicarse y a luchar por la unificación del movimiento obrero. Interpretación del texto:
Con objeto de crear un órgano que orientara a las incipientes masas obreras que luchaban por la unificación de la clase trabajadora, los líderes españoles Juan Francisco Moncaleano y otros concibieron la idea de fundar la Casa del Obrero Mundial
De más está recordar que es conveniente conocer el significado de las palabras que transcribamos y utilicemos.
Citas textuales
No obstante las consideraciones anteriores, en ocasiones se hace necesario observar ciertas formalidades para evitar confusiones e imprecisiones.
En principio, toda cita textual debe proporcionar los datos de la fuente donde se extrajo la información, ya sea que se mencione en el texto o en una nota a pie de página.
• Cita Mixta
Se hace cuando sea necesario agregar o anteponer a una síntesis, comentario o resumen, las palabras textuales del autor, como complemento o evidencia.
• Cita Textual
En ella se recogen exclusivamente fragmentos o párrafos completos del texto original, debido a que sea difícil resumir o sintetizar, o para probar lo asentado por un autor, o para apoyar o criticar un comentario. Es la que presenta más variables. (Se debe evitar el exceso de esta clase de citas, ya que como antes dijimos —la finalidad de cualquier trabajo académico requiere de la integración y producción personales.) La transcripción debe ser correcta y estar entrecomillada al principio y al final.
Cuando se desee resaltar un párrafo o una palabra, se subrayan éstos y se indica, al final de la nota correspondiente, que el subrayado es nuestro:

• La bibliografía
La bibliografía es una lista en la cual se describen las características editoriales de cada una de las fuentes consultadas por el autor sobre determinada materia.

La monografía (2)

PLAN GENERAL PARA REALIZAR UNA MONOGRAFÍA

A continuación se señalan cada una de las etapas que se deben cumplir para realizar una monografía:

• Selección de la idea o asignación del tema.
• Búsqueda de la información, exploración de los contenidos, consultorías apersonas especialistas en la temática.
• Presentación del objeto a investigarse en cierto número de líneas (15).
Este momento es importante ya que consiste en la redacción del enunciado y la delimitación de la temática.
• Elección definitiva del tema y lecturas complementarias.
• Parte operativa, es la planificación específica del trabajo.
• Elaboración de las tareas fijadas y redacción del primer borrador.
• Necesidad de una evaluación intermedia; por medio de una relectura, se hacen los ajustes necesarios; además se puede reestructurar la planificación.
• Elaboración de un plan de redacción definitivo para exponer el trabajo; se hacen ajustes a la planificación, citas textuales, títulos, temas y subtemas entre otros.
• Redacción final; al terminar la relectura, se elabora la escritura definitiva.
• Observación, apreciación y proyección del trabajo, mediante la socialización.

¿CÓMO HACER UNA MONOGRAFÍA?

La monografía, como toda investigación, necesita establecer un esquema, para que el trabajo sea excelente. Si partimos de un sinnúmero de datos hasta las últimas apreciaciones, obtendremos información suficiente, que nos lleve a la aplicación y con ello encontrar conocimientos relevantes.
Son múltiples los esquemas que se detallan para elaborar una monografía; pero el más aceptado por las condiciones exploratorias es el siguiente:

• PORTADA O FORMATO
Es la primera parte de la redacción que permite conocer el contenido monográfico. La portada consta de:
• Nombre de la institución.
• Nombre de la materia
• Título del trabajo.
• Subtítulo, si es necesario o existiera.
• Nombre del alumno o autor
• Materia de referencia.
• Curso.
• Especialización.
• Fecha.

ESTRUCTURA DEL TRABAJO MONOGRÁFICO

La estructura de todo trabajo monográfico es:
• Índice.
• Prólogo.
• Introducción.
• Sustento científico.
• Planteamiento del problema.
• Delimitación hipotética con objetivos.
• Variables.
• Desarrollo por capítulos.
• Análisis, conclusiones y recomendaciones.
• Addendum.
• Bibliografía.

• ÍNDICE
Aquí se codifica una lista que corresponde a un orden lógico por capítulos, temas y subtemas del trabajo monográfico.

• PRÓLOGO
Son las palabras que se anteponen al cuerpo de la obra, en la cual se analiza por medio de una crítica constructiva la investigación, sin dejar de lado las ventajas y desventajas, así como aquellos desafíos que se pueden ir suscitando.

• INTRODUCCIÓN
En esta parte se redacta el propósito del trabajo; también se expone de forma rápida los mecanismos y procedimientos empleados. Orienta al lector sobre los alcances y limitaciones de la monografía, explica el porqué se eligió la temática, los imperativos y los objetivos que animan al investigador a estudiar.

• MARCO TEÓRICO
Conocido como sustento científico, es un conjunto de ideas, opiniones, principios y demás factores que se entrelazan en el desarrollo del tema. El término "marco" significa que existe un límite imaginario en el cual se desenvuelve la investigación. Al realizar el marco teórico, deben tomarse en cuenta los siguientes elementos:

• EL PROBLEMA.
Sabemos que el problema es la antesala de la investigación; es un hecho, proceso, fenómeno o destacamento observable; debe ser formulado con claridad de conceptos y asumiendo gran responsabilidad en el tratamiento teórico y metodológico que impone la ciencia.

• HIPÓTESIS.
Es la respuesta que se da a los diferentes problemas de investigación; está sujeta a demostración. Su planteamiento es en cuatro formas; declarativa, positiva, negativa e interrogativa.

• OBJETIVOS.
Es la enunciación de lo que queremos alcanzar. Hay objetivos generales (logros finales) y objetivos específicos (parciales, respecto al avance del estudio). Se los plantea con verbo en infinitivo. Ejemplo: Relacionar la tecnología imperialista con la tercermundista.

• VARIABLES.
Son los factores que admiten cierta clasificación y una medida respectiva; pueden cambiar cualitativa o cuantitativamente.
• DESARROLLO.
Es la realización del trabajo de investigación; remitiéndose a la bibliografía consultada; utiliza pie de página y citas textuales. Las monografías se las elabora por capítulos en los cuales se detalla toda la investigación efectuada. Se pueden incluir: fotografías, cuadros, croquis, planos, diagramas, dibujos, tablas. Hay tratadistas que recomiendan que estos factores, deban ubicarse como anexos al final.

• ANÁLISIS, CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La verificación de las elementos hipotéticos planteados se conoce como análisis, al establecer un análisis del trabajo monográfico, inducimos al estudiante (investigador) a la formulación de sus propias tesis, convicciones y ponencias.
Toda conclusión es el juicio de valor que el monografista ha podido formar durante la investigación. Las conclusiones deben emitir aportes al conocimiento del problema, al igual que serán redactados en firme línea de acción con los objetivos.
El investigador, al trabajar en la monografía, plantea necesariamente recomendación las mismas que pretenden solucionar cada uno de los problemas que han suscitado en la labor investigativa.

• ADDENDUM
• Aquí se recopila todo material que se utilizó en la realización de la monografía, ya sean formularios, test, mapas, esquemas, nomencladores. Es recomendable establecer un sumario para el addendum.

• BIBLIOGRAFÍA
Cuando ya se terminó de elaborar la monografía, se enlistan las referencias de revistas, folletos, libros, documentales, módulos, ensayos, entre otros, los redactan en forma ordenada, alfabética y secuencial.
El instante que se empiece a trabajar en la bibliografía, debemos hacer referencias a las fichas bibliográficas; es decir, para saber elaborar las citas textuales de libros, revistas, periódicos, entre otros.
La bibliografía consultada deberá incorporarse al finalizar el trabajo, por orden alfabético de los apellidos de los autores.
Son pautas para la inclusión de bibliografía: si se trata de libros, consignar para cada título: apellido y nombre del autor o los autores, en mayúsculas; año de publicación entre paréntesis; título del libro citado, en letra inclinada; lugar de edición (ciudad), editorial, en este mismo orden.
Si se trata de artículos de revistas o capítulos de libros, se indicará: apellido y nombre del autor o los autores con mayúsculas; año de publicación; título del artículo entre comillas, título de la publicación (libro o revista) con letra inclinada; volumen, número del ejemplar, si se trata de revistas; ciudad de publicación y editorial, se trate de libros o revistas.
Si se trata de artículos de Internet o periodísticos, se indicarán los apellidos y nombres de autores, por orden alfabético; la fecha con día, mes y año (diarios); el nombre de la publicación o el sitio web; la ciudad y el país de procedencia
del material.
Los gráficos e ilustraciones se intercalarán en el texto, con títulos al pie que aclaren el contenido de los mismos.
Si se emplean citas textuales de algún autor, deberán incluirse entre comillas, y al finalizar la cita, entre paréntesis, No se aceptarán textos copiados, es decir, sin indicar su procedencia. Las citas no deberán exceder, cada una, de algunos renglones.
La monografía requiere elaboración personal, por lo cual no podrá limitarse a citar autores. Es una falta de ética profesional copiar autores sin citar las fuentes, lo cual constituye plagio. Si el trabajo incluye material plagiado, no será aprobado.
Es importante atender a la claridad de la redacción, de modo de trasmitir comprensiblemente las ideas que se desea expresar, así como revisar la ortografía y la sintaxis.
La diagramación del texto y ubicación de los gráficos, ilustraciones, notas, etc, así como el tipo y tamaño de letra utilizada, pueden contribuir a hacer más legible el texto.
Para preparar el trabajo se podrá recurrir a noticias periodísticas, elaboración de encuestas aplicadas a un determinado grupo de personas (alrededor de 20 casos); reportajes a especialistas en el tema que se trate, o entrevistas, informaciones o informantes provenientes de organizaciones no gubernamentales o gubernamentales que se relacionen con el tema; presentación y análisis de fragmentos de videos alusivos, etc.
Durante la presentación en clase especial, se podrán utilizar recursos auxiliares (proyector de video, grabaciones, retroproyector, etc.) o dinámicas para la participación del grupo que presencia la clase.

Al final de la monografía se incluirá
Un comentario personal respecto a su participación en la elaboración del trabajo y su proceso de aprendizaje respecto al tema presentado.


PORTAL CONSULTADO: www.liceolosalamos.edu.ec/comunicaciones/plan%20monografia.pdf

La monografía (1)

¿Cómo hacer una monografía?

Es una práctica docente muy extendida pedir a los alumnos la elaboración y posterior presentación por escrito de trabajos de investigación (monografías). Esta exigencia, que comienza en el nivel medio, se intensifica luego en el nivel terciario y universitario. De hecho, no pocas carreras tienen seminarios de investigación como materias finales o exigen la presentación y defensa de una tesis.

Tanto el proceso de investigación como la redacción del informe final siguen determinados pasos y responden a pautas que iremos presentando a continuación. Vale aclarar que se trata de procedimientos que se han ido consolidando a partir de su aplicación por parte de los estudiantes y, en lo que se refiere a la presentación de los escritos, de formalidades que cambian según las convenciones dominantes en cada lugar.

En la elaboración del trabajo monográfico deben seguirse los siguientes pasos. (El orden en que aparecen es el orden lógico pero no necesariamente el cronológico, porque suele ocurrir que un paso lógicamente posterior se concreta antes que otro o remite a él con tanta fuerza que le impone modificaciones.)

• Elección del tema a tratar

• Recorte del tema

• Búsqueda del material de referencia

• Fichaje

• Esbozo del esquema

• Primera redacción

• Redacción definitiva y presentación

ELECCIÓN DEL TEMA A TRATAR

El tema sobre el que versará el trabajo monográfico suele proceder de las inquietudes del propio investigador, pero puede también ser sugerido o impuesto por el docente que se lo encarga a un alumno o por el cliente que lo requiere a un equipo de investigación.

El tema tiene siempre una amplitud mayor que la que puede abarcar el trabajo de investigación. Por ello, el paso siguiente consistirá en recortar el tema, para limitarlo a las cuestiones específicas de las que nuestro trabajo dará cuenta. De todos modos, y antes de recortar el tema, es de suma importancia adentrarse en él consultando bibliografía general.

Por ejemplo, si pienso realizar un trabajo de investigación sobre Karl Marx sería conveniente que consulte alguna enciclopedia o alguna Historia del Pensamiento para informarme sobre su vida y sus obras. Podría dar una lectura rápida al Manifiesto del Partido Comunista, si es que se encuentra a mi alcance. También podría leer sobre los movimientos socialistas en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y sobre las revoluciones comunistas del siglo XX.

RECORTE DEL TEMA
Según sean las exigencias, el material con que se cuenta, el tiempo de que se dispone y la propia capacidad, ha de recortarse el tema de modo de precisar claramente qué preguntas se tratará de responder.

Es de suma importancia que el recorte se realice bien. Si el trabajo es demasiado amplio, perderá profundidad. Si es demasiado acotado, será excesivamente sencillo y breve o, si es extenso, se perderá en la reflexión de aspectos irrelevantes. Cabe también la posibilidad de que, sin ser ni demasiado abarcativo ni demasiado exiguo, el recorte falle al delimitar una temática de escaso valor dentro del tema general.

El recorte del tema debe quedar explicitado en el propio título del trabajo monográfico. En un trabajo de investigación, no se debe hacer uso de un título indirecto o poético. "El nombre de la rosa", título tan bueno para una novela, sólo serviría para una monografía que tratase sobre el nombre científico de esta flor o sobre la etimología de la palabra "rosa".

Siguiendo con el ejemplo de Marx, si él era nuestro tema, el recorte podría hacerse en base a una etapa de su vida (por ejemplo, sus años de estudio en Berlín); a alguno/s de sus escritos (por ejemplo, los escritos de juventud); a una de sus ideas centrales (por ejemplo, crítica de la religión); etc. Y esto debería reflejarse en el título del trabajo: "Marx en Berlín", o "Los escritos del joven Marx", o "Marx, crítico de la religión".

BÚSQUEDA DEL MATERIAL DE REFERENCIA
Antes de comenzar la investigación propiamente dicha, tenemos que determinar con precisión a qué material referido al tema tendremos acceso. Si no contamos con el mínimo indispensable tendremos que desistir de nuestra intención de llevar el trabajo adelante.

Podemos clasificar al material de referencia en fuentes y autores. Llamamos fuentes a los textos que se relacionan directamente, de primera mano, con nuestro tema. Si realizamos una investigación sobre Kant consideraremos "fuente" a cualquier escrito que provenga directamente de ese autor (ya sea un libro, carta, etc.). Llamaremos "autores" al resto del material que, si bien habla sobre el autor, no procede directamente de él (por ejemplo, alguna Historia de la Filosofía). Por supuesto, el material de fuentes es el más importante y pierde profundidad y seriedad un trabajo en el cual, pudiendo recurrirse a fuentes, sólo se recurre a autores.

En las tesis de licenciatura y, con más razón, en las doctorales, es indispensable haber accedido a toda la bibliografía de importancia publicada sobre el tema a tratar, ya que se trata de hacer investigación de punta. No es tan rígida esta exigencia en las monografías realizadas en la carrera de Profesorado, ya que allí cuenta más la exposición sintética y didáctica y puede admitirse que un trabajo que reúna esas características se realice sin un riguroso "rastrillaje" de todo lo publicado hasta hoy sobre el tema.

A la hora de buscar material de referencia, resulta muy útil visitar las bibliotecas y recorrer sus ficheros, tanto temáticos como de autores. También podemos buscar material en Internet, a través de los buscadores, centros de información, almacenes de trabajos y resúmenes. En muchos de ellos se puede solicitar un artículo o capítulo determinado, el cual es enviado por medios electrónicos o por correo. En las enciclopedias y diccionarios especializados suelen aparecer referencias muy valiosas. También recorrer las librerías puede ser un modo alternativo de tomar contacto con material al que podremos tener acceso y enterarnos de lo que sobre nuestro tema se está leyendo hoy.

FICHAJE
El fichaje es una técnica utilizada especialmente por los investigadores. Es un modo de recolectar y almacenar información. Cada ficha contiene una información que, más allá de su extensión, le da unidad y valor propio.

Las fichas tradicionales son de cartulina y se venden en las librerías a un precio muy accesible. Sin embargo, hoy es muy común recolectar la información en una base de datos. Llegado el caso, se puede imprimir la información así acumulada con el formato de la ficha tradicional y con la prolijidad propia de las impresoras.

Hay distintos tipos de fichas:

• De resumen: contienen el resumen de un libro completo, de un capítulo, o de un apartado de un libro.
• De síntesis: contienen la síntesis de un libro completo, de un capítulo, o de un apartado de un libro.
• De citas: contienen una afirmación textual (y no un conjunto encadenado de afirmaciones como el resumen y la síntesis).
• Personales: contienen una idea que se nos ha ocurrido y que queremos conservar evitando que caiga en el olvido. No llevan la indicación bibliográfica.
Si el fichaje se realizó correctamente, se podrá prescindir del libro y realizar los trabajos monográficos a partir de ellas. Para eso deben incluir todos los datos del libro que sean necesarios para poder citarlo.

Tipo de ficha: con una letra mayúscula se indica si se trata de una ficha de resumen (R), de síntesis (S), de cita (C) o personal (P). En las fichas de resumen y de citas se sobreentiende que el contenido es textual, por lo que no se colocan las comillas.

Título: se aconseja darle un nombre a cada ficha que sintetice su contenido y permita ubicarla con mayor facilidad.

Datos bibliográficos: la única que no los lleva es la personal. Allí deben constar los datos del libro que se está citando, resumiendo o sintetizando: apellido del autor; inicial se su primer nombre seguida de punto; año de edición del libro; título del libro en letra itálica seguido de punto; nombre de la ciudad en la que se editó seguido de dos puntos y nombre de la editorial. Con estos datos se puede citar el libro sin necesidad de volver a él.

Relación con otras fichas: si la ficha en cuestión se relaciona por afinidad u oposición con el contenido de otra, esto puede ser indicado para que en un futuro, al reflexionar sobre cualquiera de ellas no se deje de tener en cuenta a la otra.

Número de página: como las citas se realizan indicando el número de página, además de los datos del libro arriba indicados, es importante que quede claro en qué página dice el autor lo que estamos copiando. Para ello se anota el número de página en el margen izquierdo y se indica con una doble barra oblicua (//), en el texto, el cambio de página.
Contenido: aquí se coloca el resumen, la síntesis, la cita o la idea que se nos ha ocurrido, según sea el tipo de ficha del que se trate. Si bien esta es la parte más importante de la ficha, pierde casi todo su valor si no se ha completado la información bibliográfica. Un posible esquema para la elaboración de fichas es el siguiente:

PRIMERA REDACCIÓN
El trabajo se redactará en un primer momento en borrador. En el caso en que la situación lo permita, lo ideal es que este borrador sea corregido por el profesor ante quien se deberá presentar el trabajo terminado, de modo que si tiene alguna observación que hacer se esté a tiempo de corregirlo. Si esto no es posible, y al profesor se le presenta directamente la redacción final, es muy conveniente recurrir a un profesor tutor u otra persona versada en el tema que pueda realizar esa corrección. Es conveniente que una tercera persona nos ayude a mirar el trabajo desde fuera y revise tanto la claridad de la exposición y el contenido del trabajo como la redacción o la ortografía.
Al redactar, es aconsejable hacer uso de oraciones breves y párrafos que no sean ni cortos ni largos en exceso. Cada párrafo debe tener una unidad, es decir, debe expresar y desarrollar una idea.

REDACCIÓN DEFINITIVA Y PRESENTACIÓN
La redacción definitiva se hará corrigiendo la primera redacción en base a las observaciones realizadas por el profesor, el tutor o quien nos haya hecho el favor de leer críticamente nuestro trabajo. No significa ello que debemos reformar todo según el criterio del corrector, pero sí que debemos tomar sus observaciones seriamente en cuenta y replantearnos con humildad si es necesario realizar correcciones o reformas para mejorar la redacción y favorecer la comprensión por parte del lector.

La presentación se hará siguiendo las convenciones exigidas por la institución en la que se ha realizado la investigación. De todos modos, damos aquí algunas indicaciones que pueden ser de utilidad:

El trabajo debe contar de las siguientes partes:

• Carátula Debe incluir el nombre de la institución, el de la asignatura, el del docente, el del alumno que realiza el trabajo y la fecha de entrega.
• Introducción: Presenta el informe señalando las grandes líneas de la exposición y las fuentes en las que se ha basado el autor en su investigación.

• Desarrollo: Es el cuerpo del trabajo. En él se presentan los datos relevantes recogidos y las deducciones que a partir de ellos hemos realizado. El desarrollo puede dividirse de distintas formas: en partes, capítulos y secciones / en capítulos y secciones / sólo en secciones.

• Conclusión: Sintetiza y expresa las afirmaciones finales a las que hemos arribado a partir de los datos y deducciones reflejados en el cuerpo del trabajo. Debe estar en sintonía con la introducción, respondiendo a las preguntas que en ella se formulaban. Las respuestas no han de ser necesariamente concluyentes. Una investigación seria puede concluir afirmando que no se cuenta con la información suficiente como para dar una respuesta definitiva sobre el tema en ella planteado.

• Notas y Citas: Las notas (que son textos propios o citas de terceros que el autor no considera conveniente incluir en el texto propiamente dicho) y las citas (indicaciones bibliográficas de los textos citados en el trabajo) pueden colocarse al pie de la página, al final de cada capítulo o al final del trabajo. En las citas ha de indicarse el nombre del autor, el título de la obra, la Editorial, la ciudad, el año de edición del libro y el número de la página de la que se ha extractado el pasaje citado.

• Índice: Indica la página en la que comienza cada una de las partes, capítulos y subtítulos. Puede colocarse después de la Conclusión o antes de la Introducción.

Bibliografía Se debe indicar todo el material bibliográfico utilizado (libros, artículos de revistas, sitios de Internet).

PORTAL CONSULTADO:
www.scribd.com/doc/7055878/Como-Hacer-Una-Monografia
























Bibliografía: http://www.uiowa.edu/~acadtech/phonetics/spanish/frameset.html

Fonética articulatoria: punto y modo de articulacion de los fonemas en español-

Clasificación de los fonemas por el punto y modo de articulación.

1. Los fonemas vocálicos
Cuando articulamos los sonidos vocálicos, el aire no encuentra obstáculos en su salida desde los pulmones al exterior. Para clasificar estos fonemas, tendremos en cuenta los siguientes factores:
• La localización (punto de articulación). Se refiere a la parte de la boca donde se articulan. Pueden ser anteriores (/e/, /i/), medio o central (/a/) o posteriores (/o/, /u/).
• La abertura (modo de articulación). Se refiere a la abertura de la boca al pronunciarlos. Pueden ser de abertura máxima o abierto (/a/), de abertura media o semiabiertos (/e/, /o/) y de abertura mínima o cerrados (i, u)

RASGOS DE LOS FONEMAS VOCALES
/a/ - Localización media y abertura máxima
/e/ - Localización anterior y abertura media
/i/ - Localización anterior y abertura mínima
/o/ - Localización posterior y abertura media
/u/ - Localización posterior y abertura mínima

2. Los fonemas consonánticos.
En la articulación de los sonidos consonánticos siempre hay un obstáculo más o menos grande que impide salir el aire desde los pulmones al exterior. Según las circunstancias que rodean esta salida del aire, existen ciertos factores que debemos tener en cuenta a la hora de clasificarlos:

RASGOS MOTIVADOS POR EL PUNTO DE ARTICULACIÓN
Bilabial Los dos labios. /p/, /b/, /m/
Labiodental Labio inferior y dientes superiores. /f/
Interdental Lengua entre los dientes. /o/
Dental Lengua detrás de los dientes superiores. /t/, /d/
Alveolar Lengua sobre la raíz de los dientes superiores. /s/, /l/, /r/, /r/, /n/
Palatal Lengua y paladar. /c/, /y/, /l/, /ñ/
Velar Lengua y velo del paladar. /k/, /g/, /x/

RASGOS MOTIVADOS POR EL MODO DE ARTICULACIÓN
Oclusivo Cierre total y momentáneo del paso del aire. /p/, /b/, /t/, /d/, /k/, /g/, /n/, /m/
Fricativo Estrechamiento por donde pasa el aire rozando. /f/, /z/, /x/, /s/
Africado Se produce una oclusión y después una fricación. /c/, /ñ/
Lateral El aire pasa rozando los lados de la cavidad bucal. /l/, /l/
Vibrante El aire hace vibrar la punta de la lengua al pasar. /r/, /r/

RASGOS MOTIVADOS POR LA INTERVENCIÓN DE LAS CUERDAS VOCALES
Sordo No vibran las cuerdas vocales. /p/, /t/, /k/, /c/, /o/, /s/, /x/, /f/
Sonoro Vibran las cuerdas vocales. /b/, /o/, /d/, /l/, /r/, /r/, /m/, /n/, /l/, /y/, /g/

RASGOS MOTIVADOS POR LA INTERVENCIÓN DE LA CAVIDAD NASAL
Nasal Parte del aire pasa por la cavidad nasal. /m/, /n/, /ñ/
Oral Todo el aire pasa por la boca. El resto

CUADRO RESUMEN DE LOS RASGOS DE LOS FONEMAS CONSONANTES
/p/ - bilabial, oclusivo, sordo
/b/ - bilabial, oclusivo, sonoro
/t/ - dental, oclusivo, sordo
/d/ - dental, oclusivo, sonoro
/k/ - velar, oclusivo, sordo
/g/ - velar, oclusivo, sonoro
/f/ - labiodental, fricativo, sordo
/o/ - interdental, fricativo, sordo
/s/ - alveolar, fricativo, sordo
/x/ - velar, fricativo, sordo
/c/ - palatal, africado, sordo
/r/ - alveolar, vibrante, sonoro
/r/ - alveolar, vibrante, sonoro
/l/ - alveolar, lateral, sonoro
/l/ - palatal, lateral, sonoro
/m/ - bilabial, nasal, sonoro
/n/ - alveolar, nasal, sonoro
/ñ/ - palatal, nasal, sonoro
/y/ - fricativo, palatal, sonoro

martes, 6 de octubre de 2009

El castellano entre 411 y 712 d.c

http://referaty.atlas.sk
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Orígenes de la lengua castellana en la época visigoda


1)El contexto histórico
La penetración de grupos bárbaros en la Península Ibérica se produjo en el año 409 d. C., probablemente, por la ruta de Roncesvalles. Desde 409 hasta 411 vagaron de un lado para otro. El 411 los vándalos asdingos se situaron entre los ríos Miño y Sil y la costa cantábrica, los suevos entre los ríos Duero y la línea Miño-Sil, los alanos en las provincias romanas cartaginense y Lusitania y los vándalos silingos en la Bética. La provincia romana Tarraconense permaneció integrada directamente en el Imperio romano. Como consecuencia de estos asentamientos, el gobierno imperial trató de recobrar su dominio sobre Hispania pactando con otro pueblo germánico, los visigodos. Éstos, desde el sur de la Galia, colaboraron en la lucha y control contra los pueblos germánicos invasores en la Península, y defendieron los intereses de la clase dirigente hispano romana, expulsando y aniquilando a los vándalos asdingos y alanos por el rey Valia (417-418), mientras que los vándalos silingos emigraron a África en 429. Los únicos invasores sobrevivientes que permanecieron en la Península fueron los suevos.

Los visigodos fueron consolidando poco a poco su poder en el territorio peninsular durante noventa años (415 - 507), con centro en Tolosa, en la Galia. En el 507, el reino de Tolosa dejó de existir y tras la batalla de Vouillé, cerca de Poitiers, con la derrota del ejercicio visigodo éste pasó a la Península Ibérica, aunque la población visigoda se había ido desplazando con anterioridad a esta fecha, ya entre los años 490 y 506, en grupos relativamente numerosos, que se instalaron en la meseta norte y en el valle del Ebro. El siglo VI, y sobre todo su segunda mitad, se caracterizó por la actitud innovadora de afianzamiento y por el nuevo concepto de la monarquía germánica, fuerte y centralizada, con marcado carácter bizantino. El proceso político de unificación nacional, basada en primer lugar en la conquista militar, había comenzado con el reinado de Leovigildo, que se centró en el sometimiento del reino católico de los suevos (585), en la reducción del área bizantina en el sudeste peninsular, y, en el norte, en las luchas contra los cántabros, astures y vascones, que se retiran a las montañas.

Leovigildo reduce la separación entre hispano romanos y visigodos y este acercamiento entre los dos pueblos culmina con la labor de su hijo Recaredo y su conversión oficial al cristianismo, hecho que queda reforzado por la actitud de la Iglesia católica hispana manifestada en el Concilio III de Toledo (589). El Concilio III de Toledo es el acontecimiento culminante de la vida religiosa de los visigodos. Así, por medio de la unidad religiosa y la conversión de la población arriana al catolicismo, se logra la unidad política y la definitiva conciencia nacional y estabilidad territorial.

En el siglo VII se produce la obra culminante de la legislación visigoda, el Liber Iudicorum, promulgada por Recesvinto en el 654. Su novedad fue el ser el único cuerpo legal que podía ser utilizado en los tribunales por los jueces, tanto para visigodos como para hispano romanos. Pero a pesar de la unificación étnico-religiosa “empezó a producirse, a mediados del siglo VII, la desintegración del estado visigodo, que tendía a una progresiva fragmentación en unidades locales reducidas en un evidente proceso de feudalización con frecuentes sublevaciones de nobles, principalmente en la Septimania, la Tarraconense y la Bética. Los últimos años de la monarquía visigoda se caracterizaron también por las frecuentes tensiones sociales y fugas de esclavos, y por la aparición de algunas hambrunas y epidemias que diezmaron la población. Era el fin definitivo de una época.“ La invasión musulmana en 711 significó la desaparición del reino visigodo.

2) El contexto cultural

La cultura hispano-visigoda era, fundamentalmente, una cultura eclesiástica, basada en la religión cristiana, el hecho que se reforzó ante todo después del IIIer Concilio de Toledo en el cual la Iglesia adquiere una importancia capital y participa e influye de modo particular en la vida política, económica y cultural.
La Iglesia visigoda hispana se distinguirá de la “universal“ por su liturgia, sus disciplinas propias, la vinculación con la Corte y la administración, sus concilios y por su labor de gobierno. Durante los siglos VI y VII se formó una liturgia propia de Hispania que ha sido llamada hispana, visigoda o mozárabe, y que ha sido suprimida en 1080 por la aplicación de la reforma gregoriana. Si la unificación de dogma se realiza a finales del siglo VI, la unificación de liturgia se produce en el Concilio IV de Toledo (633) y ésta trae consigo una serie de consecuencias culturales para toda la población: la regularización de los ritos y fórmulas permitió que la liturgia se convirtiese en un medio de comunicación para los fieles, consiguió la adquisición, desde el punto de vista literario, de ciertas técnicas retóricas y dialécticas, lexicográficas y hasta gramaticales.

Pero gracias al rebuscamiento y complicación de la expresión litúrgica se produjo el efecto contrario, es decir, su escasa comprensión por los fieles. Era inevitable incluir en la formación cultural de los letrados algunos rasgos de la lengua hablada comúnmente, para permitir una mayor comprensión por parte de fieles, una aproximación lingüística que mantuviera de algún modo el contacto con ellos. Con el creciente auge de los monasterios, se observan en el siglo VII manifestaciones episcopales antieremíticas. El trabajo intelectual en el monasterio estaba estrechamente delimitado en la mayoría de los casos por las reglas de Fructuoso e Isidoro. La importancia creciente otorgada a la lectura se observa en la regla de San Isidoro que supone un contacto con los textos la mayor parte del día. Por tanto, en los cenobios surgen escuelas que permiten a los futuros monjes el acceso a los conocimientos, predominantemente bíblicos y teológicos, luego también de otros saberes. El nivel cultural medio se mantiene en la comunidad monástica.

Por otro lado, en la sociedad visigoda se produjo la continuación de la llamada cultura del escrito que sobrevive con intensidad. Las relaciones sociales se establecían por medio de la escritura, tanto en el terreno político como en el eclesiástico, tanto en las capas altas de la sociedad como bajas que establecían sus relaciones por medio de documentos, los cuales debían ser conservados por su carácter probatorio ante la ley. Tales prácticas se manifiestan especialmente en los testamentos, en las compra-ventas, en las convocatorias de los Concilios, etc. Las actas conciliares se elaboraban por labor de uno o varios notarios que recogían la minuta de la reunión la cual redactaban. Posteriormente las actas eran firmadas por los asistentes. Al menos se debía tener los conocimientos suficientes para firmar documentos, y, al parecer, la alfabetización de la sociedad no era escasa, ya que la práctica habitual de firmar documentos estaba muy extendida y el número de personas instruidas en la lectura y en la escritura, al menos en niveles elementales, no era despreciable. En este entorno se encuentran las llamadas pizarras, que manifiestan la necesidad de dejar constancia escrita de ciertas acciones legales y de asuntos privados en un entorno geográfico y cultural en el que sorprende la cantidad y variedad de personas capaces de leer y escribir.

En el ámbito privado, los epistolarios son una muestra de la actividad escrita y las cartas no sólo se cruzan entre personajes importantes, sino que se utilizan en la correspondencia privada por razones de amistad, parentesco y sirven como medio normal de comunicación. La tarea de escribir se extienden incluso a las artes menores como la orfebrería. Todo esto obliga a sospechar que se ha mantenido algún tipo de enseñanza. A partir del siglo IV se observa un cambio en la orientación de los estudios. El auge de la Iglesia católica parece llevar a un enfrentamiento entre la cultura clásica y la cristiana. La cultura antigua se degrada entre los siglos VI y VII y cede el sitio a otro tipo de cultura de carácter principalmente religioso. Sin embargo, sorprende la vigencia de los métodos y del programa de educación antiguos. No obstante, la escuela pública desaparece en el siglo VI por falta de soporte economómico por parte de las ciudades, por el desinterés de los estudiantes, por el recelo por su carácter pagano y por su inadecuación a las circunstancias históricas.

Además, de estas escuelas se mantenían alejados los visigodos, indiferentes hacia la cultura latina, hasta que pasada la mitad del siglo VI aumentó la tolerancia y con ella cierta colaboración. Esta desaparición no afectó a la enseñanza de la medicina, el derecho y las artes clásicas. Los obispos del IIo Concilio de Toledo (527) toman conciencia de la amenaza que a la larga supone para la Iglesia la desaparición de las escuelas. Sobre todo después de la conversión de Recaredo, la cultura religiosa adquiere un nuevo valor, a través de la labor de los obispos, que en su mayoría se han formado en los monasterios. Así, con el modelo de las escuelas monacales, surgen las episcopales, impregnadas de una nueva cultura cristiana.

La escuela eclesiástica sucede de este modo a la escuela antigua. Sin embargo, tras la unificación religiosa y legislativa, y en tiempos de estabilidad, las grandes familias visigodas adoptan el modo de vida de los hispanos romanos, adoptan sus nombres, se abren a las letras clásicas. De estos laicos instruidos destacan los monarcas como Sisebuto y Chindasvinto. También los nobles poseen bibliotecas considerables, como la del conde Lorenzo, el conde Búlgar, el duque Claudio o el conde Teodomiro de Orihuela. Gracias a las escuelas la lectura y la escritura están muy extendidas y propician una cierta expansión de la cultura. Esta alfabetización supone además una enseñanza elemental de la gramática.

Ésta tenía una importancia fundamental entre los estudios superiores, ya que mediante ella se comprendía el texto que se leía y que debía ser transmitido por el clérigo a sus fieles - la gramática servía de primer paso en la cultura cristiana para el acercamiento a los textos sagrados. El efecto de las escuelas en Hispania visigoda sobre la evolución de la lengua castellana parece ser enorme, ya que la renovación de los conocimientos que tuvo lugar desde el siglo VI contribuyó a que la transformación del latín en romance fuera más rápida y variada en las zonas de menor desarrollo cultural. Mientras que en el siglo VI los centros culturales se encuentran en Sevilla, Mérida y Córdoba, en el siglo VII se produce un desplazamiento hacia el norte - Toledo, Zaragoza, Barcelona y el área noroccidental, donde se concentra la actividad intelectual y artística (en Sevilla, San Isidoro no dejó continuadores y un vacío semejante se produjo en Mérida, San Braulio de Zaragoza recogió la antorcha isidoriana y Tajón fue su sucesor; Toledo contaba a lo largo del siglo VII con una serie de ilustres obispos, los llamados padres toledanos; y el dinamismo ascético tuvo su gran foco en el noroeste peninsular en torno a San Fructuoso de Braga). Si lo intelectual se traslada al norte, se encuentra en el mapa un vacío en la meseta superior: “esta situación llegará a tener interés cuando comience a diseñarse la distribución de los dialectos romances peninsulares, porque será esta zona de vacío la que representará la región de máximas innovaciones lingüísticas - el castellano- en tanto que en el resto el conservadurismo, en algunos casos enmascarado por otros acontecimientos, será representativo.“

3) Del latín tardío hispánico al protorromance castellano
Los invasores germánicos dejaron escasos elementos lingüísticos en el castellano pero el hecho más importante que habían llevado las invasiones bárbaras fue “una grave depresión de la cultura y se dificultaron extraordinariamente las comunicaciones con el resto de la Romanía. El latín vulgar de la Península quedó abandonado a sus propias tendencias.“

El momento que corresponde a los inicios de la fragmentación lingüística peninsular se sitúa entre los años 600 y 800 que abarcan un período en el cual se producen una serie de cambios que llevan a considerarlo como crucial en el tránsito del latín al romance (o protorromance, prerromance). No se da todavía en este momento una distinción conceptual entre latín y romance y, además, el conocimiento actual de la velocidad de los procesos evolutivos depende del número de textos disponibles que es muy reducido.

“Faltan para la época visigoda los documentos notariales, que tanta luz arrojan sobre los cambios lingüísticos ocurridos en Galia durante el dominio merovingio y sobre el español durante los primeros siglos de la reconquista.“ El período final de la época visigoda (725-750) se consideraba un estado en el que la documentación original era prácticamente inexistente. La situación se ve mejorada por el hallazgo de cinco diplomas en escritura visigoda y el descubrimiento progresivo de un conjunto de pizarras visigodas que muestran un estado de lengua en el que se pueden empezar a ver rasgos que después serán romance.

De entre las fuentes más importantes de la época destacan los códices, diplomas en pergamino, inscripciones y pizarras visigodos. a) Los códices visigodos son aquellos que usan de forma constante determinadas abreviaturas, siguen unas especiales tendencias ortográficas y recurren a unos signos críticos que son típicos y exclusivos de los ejemplares visigóticos. De esta forma, los códices llamados visigodos presentan unas características especiales:

-las abreviaciones AP-STLS o APLS (apostolus), EPSCPS (episcopus), IHRSLM (Iherusalem), SHRL o SRL (Shrael, Srael), AUM (autem), NRS (noster), VSR (uester), P (per), q (qui)
-raya y punta encima para indicar la supresión de la nasal m o n
-está escrito QU en lugar de C (quum en vez de cum)
-se añade incorrectamente una i precediendo a palabras que comiencen por SC, SP o ST (iscriptum, ispintum)
-se suprime de forma injustificada una correcta i inicial (storia, stum)
-se confunde V por F

b)Se conservan cuatro fragmentos de diplomas en pergamino que aclararan la época final visigoda.
c) Las inscripciones visigodas sobre piedra son medio millar y presentan un tipo de documentación del cual es difícil extraer información general sobre los rasgos de la lengua hablada.
d) La documentación en pizarra llena un vacío temporal después de la desaparición del reino visigodo. Las pizarras se han encontrado en tierras de Segovia, Valladolid, Salamanca, Ávila, Cáceres y en Asturias. Las pizarras están escritas por numerosas manos lo que indica un grado de alfabetización notable en una zona de la meseta que no estaba extensamente poblada y de la que no hay noticia de ningún centro de difusión de la cultura. Se emplean distintos niveles del lenguaje y hay un determinado número de textos con el nivel de adecuación de la lengua escrita muy elevado. Son, por tanto, un índice de la penetración de un cierto grado de cultura. El verdadero problema consiste en la pregunta: ¿cuál era la lengua hablada comúnmente? No existen, lógicamente, testimonios de la lengua hablada, sino sólo textos escritos.
Una cuestión es hasta qué punto pueden servir los textos escritos para reconstruir la lengua hablada y otra es cuál era el grado de comprensión que tenía un oyente cuando escuchaba textos redactados en un estilo elevado. El único modo posible en esta época era la lectura de voz alta, lo que se llama audición del texto y en la que se producía inevitablemente una interferencia entre la lengua escrita y la oral.

El latín que se presenta en los textos escritos es un latín muy homogéneo pero que comienza a cargarse poco a poco de localismos, solecismos e innovaciones. Hay que tener en cuenta el Renacimiento isidoriano que significa un retardo en las tendencias evolutivas de este latín escrito. A pesar de esto se produce un cambio más transcendente: “se acepta el principio de lengua literaria compósita por combinación de elementos antiguos y escolásticos con influencias bíblicas y creaciones cristianas de nuevo cuño, junto con estilizaciones más o menos habilidosas de expresiones populares.“ Es un latín que todavía no ha sido sometido a los grandes cambios de orden fonético y morfológico, no obstante, éstos están iniciándose.

4)Los rasgos del latín tardío hispano de la España visigoda
El latín de España visigoda se caracteriza por su corrección y su carácter conservador. Los rasgos que lo diferencian respecto a la lengua antigua son tendencias generales de la lengua latina o de tipo panromance hasta el siglo VII.
a)En el campo del vocalismo destacan:

-El surgimiento de la diptongación de ĕ y ŏ tónicas: valente(m)> ualiente, currente(m)> curriente, patentibus> parientibus. “Estas vocales [...] se bimatizaron, cerrándose en su momento inicial, sonaron, pues, ẹẻ, ọỏ, y extremada la disimilación entre los dos elementos resultantes, nacieron los diptongos ie, ia para ĕ, y uo, ue, ua para ŏ. Alternaban sierra y siarra, buono, bueno y buano.“ Este hecho se había producido en el siglo VII en Toledo (en las pizarras de este siglo se encuentran grafías sul(idus) y resuna, que han sido interpretadas como reflejo de esta diptongación: sueldos cast.

-La no diptongación de ĕ y ŏ tónicas cuando van seguidas de yod en castellano: pŏdĭu> poyo, ŏc(ŭ)lu> ojo, sĕdĕat> sea; frente a otros dialectos donde el leonés y aragonés formaron el diptongo a pesar de la presencia de la yod (pueyo, güeyo, güeľo, sieya, moz, ueľo) y en catalán sólo se ha dado el paso de ĕ y ŏ tónicas al diptongo únicamente ante la yod> ié, ué con la reducción posterior> i, u (lat. vg. fŏlĭa> *fueľa> fulla, lat. vg. lĕctu> *llieito> llit
-La presencia de cierta inestabilidad en el vocalismo de igualación de ŭ y ō como en tegolas, fibola, religi, tonica o indo. -La evolución de vocales en hiato como casios (caseos) y abias (habeas). -El mantenimiento de diptongos au, ai en Bética, Toledo, Valencia, Lusitania y Gallaecia, frente a la Tarraconense, que los comienza a reducir en o, e: auru> oro, carraria> carraira> carrera. -El paso del diptongo eu a eo, o: Teudulfus> Todulfus
-La aparición de la i protética ante s+consonante en el siglo VII (iscripsi, ispe, ispendimus, isperabi, istare, supraiscriptis...) que luego pasa a ser e de mediados del VIII (escetrum). También se da escritura inversa Estephani/Istephani
-El apócope de -e final en algunos casos: quare> car

b)En el campo del consonantismo cabe señalar:

-La sonorización de las sordas intervocálicas y el proceso avanzado de la pérdida de las sonoras (/v/ y /d/ intervocálicas): pontificatus> pontiuicatus, ec(c)lesiae> eglesie, profana> prouana; Fidelius> Fielius; y la simplificación de geminadas: consummat> consuma
-El proceso de la palatalización y la asibilación de los grupos CY, TY y DY(precedido de consonante) hacia la misma pronunciación dento-alveolar: calcĕa> caltsa, potione> potsone, vĭrdĭa> bertsa (el resultado de asibilante de dy es conocido en grafías z en época visigótica: diabolus> zabolus, o las grafías inversas baptidio por ‘baptizo‘ y exorcidio por ‘exorcizo‘ ). La evolución de c ante e,i estaba más retrasada y su palatalización no so había consumido en el siglo VI, pues alcanzó a muchos nombres propios visigodos (por eso no tienen hoy prounciación velar, sino dental o interdental, los toponimios portugueses Cintães, Sintião ( ŏclum> oľo, ueľo, aurĭcŭla> oricla> oreľa, vĕtŭlum> veclum> veľo, vieľo.
-El grupo velar+dental -CT- se escribía como t reflejando imperfectamente la relajación de la /k/ implosiva en [χ] o su ulterior paso a [ĭ] semivocal, porque siglos más tarde los mozárabes decían [noχte] y [noĭte] o [nweĭe]. Se encontraba astritas por A(D)SCRITAS, deletacio(n)es, (d)eletatum, expationis, frautifers, protitionem, (s)antionis.
-Las confusiones gráficas de b por v y v por b: Bitorius, bicini .
-La geminación de la l inicial y su palatalización posterior: lupu, luna> leon. llobu, lluna, cat. llop, lluna, cast. lobo, luna; lingua> leon. llengua, llingua, cat. llengua, moz. yengua, cast. lengua. -La conservación del grupo -mb-: palŭmba> palomba que después se empieza a reducir en la Tarraconense en -m-: colŭmba> cat. coloma. -La palatalización de -NY-, GN, NG> ň: vinea> viňa, ligna> leňa, longe> lueňe

c)En el campo morfológico:
-el neutro se asimila al masculino
-los plurales se entienden y funcionan como singulares femeninos y se mantiene la oposición singular / plural
-los casos presentan en el siglo VII una situación confusa, generalmente se usan -as, -os, -es para todas las funciones de plural
-se había producido una reducción de las cinco declinaciones a tres
-el uso de los superlativos es productivo
-la presencia del doblete magis/plus
-el sistema deíctico se reconstruye con iste, ipse, ille
-la presencia en las pizarras del artículo
-el relativo tiende a unas únicas formas que/qui
-los pronombres con grafía mici/michi como efecto de la escuela para evitar la contracción
-la tendencia a la simplificación de las conjugaciones
-el uso creciente de presente por futuro
-el uso de fui como perfecto del verbo ire
-el uso del presente durativo formado por participio más verbo auxiliar: sit ueniens por ueniat
-la perífrasis sustituye a la voz pasiva
-el uso en formas activas de los antiguos verbos deponentes
-el desarrollo de nuevos usos y formas de las preposiciones que se usan a veces como adverbios
-el nuevo empleo o nuevas formas de las conjunciones
-cada vez mayor extensión del acusativo
-la creciente aparición del acusativo absoluto
-la presencia del acusativo en función de sujeto
Los elementos germánicos en español
En la época de las invasiones pasaron muchas palabras germánicas al latín vulgar dado por el contacto directo de los dos mundos: romano y germánico.
-eran, ante todo, voces provenientes del mundo de guerra: el latín b e l l u m fue sustituido por w e r r a> cast. guerra, w a r d ó n> cast. guardar, r a u b ó n> cast. robar, w a r n j a n> cast. guarnir, guarnecer, h e l m> cat. yelmo ‘casco‘, d a r d> cast. dardo, cast. albergue cast. guarecerse, *s t r e u p> cast. estribo, *s p a u r a o s p o r o> cast. espuela, espolón, *f a l w> *f a l v a r i u s> cast. overo
-al vestido germánico pertenecen h ǒ s a ‘calzón corto‘> cast. ant. huesa ‘bota alta‘; f a l d a ‘pliegue, regazo de la falda‘> cast. falda, halda; c o f e a> cast. cofia
-las tareas del campo quedan representadas por el verbo *w a i d a n j a n ‘apacentar, cultivar la tierra‘> cast. ganar
-s a l ‘espacio abierto donde recibía el señor‘> cast. sala; el suevo *l a u b j o ‘enramada‘> gall. lobio ‘parral bajo‘ o> fr. loge ‘galería‘ (> it. loggia> cast. lonja); b a s t j a n ‘entretejer‘> cast. ant. bastir ‘construir, preparar, disponer‘
-en el campo de música: h a r p a> cast. farpa, arpa
-en el derecho: b a n ‘proscripción, prohibición‘> lat. mediev. bannum> cast. bando, el bandido

-la posesión de bienes: a l ô d> lat. mediev. a l o d i u m> cast. alodio; *f ë h u ‘ganado‘> lat. mediev. f e v u m> fr. fief y> f e u d u m> cast. feudo
-en la diplomacia: h a r i w a l d> cast. heraldo, faraute; a n d b a h t i ‘cargo, servicio‘> cast. embajada; t r i g g w a ‘alianza‘> cast. tregua
-en el mundo afectivo: o r g ô l i> cast. orgullo; h a u n i t h a ‘burla, mofa‘> fr. honte, prov. anta, onta> cast. ant. onta, fonta; s k e r n j a n ‘burlarse‘> prov. escarnir> cast. ant. escarnir, escarnecer; h a r d j a n ‘atreverse‘> prov. adit> cast. ant. ardido, fardido; m a r r j a n> *m a r r i r e y *e x m a r r i r e> cast. ant. desmarrido ‘triste‘; m a g a n ‘tener fuerza‘> *e x m a g a r e> cast. ant. desmayar (en el sentido del desfallecimiento físico)

De adjetivos han pasado al castellono: r i k s ‘poderoso‘> cast. rico, f r i s k ‘reciente, lozano‘> cast. fresco, b l a n k ‘brillante‘> fr. blondo y gris> cast. blanco; w i s a ‘manera‘> cast. guisar, guisa (guisa se empleaba en el castellano de los siglos XII y XIII para la formación de adverbios compuestos: fiera guisa ‘fieramente‘)

Traducciones parciales o completas de palabras germánicas al latín: el prefijo g a - de g a - r e d a n ‘cuidar‘ fue reemplazado por los equivalentes latinos c u m - o a d -> *c o n r e d a r e y *a d r e d a r e> cast.
conrear, arrear; el calco c o m p a n i o huesa; f a l d a, h e l m, c o m p a n i o, w a r d ô n, w i s a.
La estancia de alas estirpes bárbaras dejó huella en topónimos: Villalán (Valladolid), Puerto del Alano (Huesca), Bandaliés (Huesca), Campdevánol (Gerona), *[P o r t u W] a n d a l u> *gr. [P o r t u] a n d a l u s i u> ar. Al-Andalus> cast. Andalucía; el pueblo suevo dejó su nombre en varios Suevos y Suegos en Galicia y Puerto Sueve en Asturias; el de los godos: Godos, Revillagodos, Gudillos, Godojos, Godones, Gudín, Gudino, Goda. El elemento visigodo en español
La lengua visigoda no ha influido en la fonética del castellano y las palabras góticas adaptaron sonidos más próximos al latín vulgar hispánico. Sólo se conserva el sufijo -i n g> -engo en la morfología: realengo, abolengo, abadengo. -de las palabras visigóticas sobrevivieron sólo las latinizadas.

Resalta la ausencia de términos jurídicos y nombres de cargos palaciegos, se consevan sólo: el verbo lastar ‘sufrir o abonar por otro‘ (

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El Latin (parte 1)

LENGUA LATINA

INTRODUCCIÓN
Lengua latina, idioma de la Roma antigua y de los territorios del Lacio. Gracias a la expansión del pueblo romano el latín llegó a todo el mundo entonces conocido y se convirtió en lengua predominante de Europa occidental. Se ha empleado el latín en la enseñanza superior y en las relaciones diplomáticas hasta el siglo XVIII y sigue siendo la lengua universal de la iglesia católica.

No era lengua nativa de Italia, sino que en tiempos prehistóricos el latín fue traído a la península Itálica por unos pueblos que procedían del norte. El latín pertenece a la familia de lenguas indoeuropeas y es miembro de la subfamilia itálica; por otro lado es el antecedente inmediato de las actuales lenguas románicas. En el conjunto de las lenguas indoeuropeas, que no eran itálicas, se encontraba relacionado con el sánscrito y el griego, y con las subfamilias céltica y germánica. Una vez introducido en Italia fue el dialecto de la región de Roma. Las lenguas itálicas están constituidas por el grupo latino al que pertenecieron los dialectos falisco, latino y algunos otros dialectos, y por otro lado el osco y el umbro menos documentados. Las primeras inscripciones en latín son del siglo VI a.C., en tanto que los primeros textos escritos son ligeramente anteriores al siglo III a.C. Sufrió la influencia de los dialectos célticos del norte de Italia, de la lengua etrusca, que no era indoeuropea, y se hablaba en el región central de la península Itálica, y del griego que se hablaba en el sur antes del siglo VIII a.C. Bajo la influencia de la lengua y la literatura griega, que se tradujo al latín ya en la segunda mitad del siglo III a.C., se convirtió en una lengua de cultura con literatura propia.

2. LATÍN CLÁSICO LITERARIO
Se suelen considerar cuatro periodos que corresponden a los de la literatura latina.
2.1Periodo antiguo
Se fija entre el 240 hasta el 70 a.C. En él se incluyen los autores Ennio, Plauto y Terencio.
2.2Edad de oro
Abarca desde el año 70 a.C. hasta el 14 d.C. En este periodo se incluyen los prosistas Julio César, Cicerón y Tito Livio, los poetas Catulo, Lucrecio, Virgilio, Horacio y Ovidio. En esta época la lengua alcanza las más altas cotas de expresión artística tanto en prosa como en verso y permite una enorme riqueza y flexibilidad.
2.3Edad de plata
Va desde el año 14 hasta el 130. Se caracteriza por permitir la expresión retórica y ornamental, así como la concisión y el epigrama, todo lo cual se encuentra en la obra del filósofo y dramaturgo Séneca y en los escritos del historiador Tácito.
2.4Edad del bronce o periodo tardío
Se extiende entre el siglo II al VI (c. 636), en el se incluye la literatura de los santos padres de la Iglesia, también llamada la Patrística. En aquellos momentos las tribus bárbaras introducen en la lengua numerosos préstamos léxicos y sintácticos; a esta forma del latín se le ha llamado lingua latina opuesta a la lingua romana, que es la forma en que se estudia este idioma.

3. LATÍN ORAL CLÁSICO
La forma culta de la lengua hablada aparece documentada en las comedias de Plauto y Terencio, así como en las cartas y discursos de Cicerón, las Sátiras y Epístolas de Horacio y el Satiricón de Petronio. Pudiera caracterizarse por la libertad sintáctica, la presencia de las interjecciones y el uso frecuente de helenismos. Esta forma culta de la lengua hablada, conocida como sermo quotidianus o coloquio habitual, no debe confundirse con el coloquio popular, o sermo plebeius, que era el nivel en el que hablaban las gentes no instruidas y que se caracteriza por un cierto desprecio por las reglas sintácticas, lo que se traduce en la búsqueda de la simplicidad en el orden de las palabras en la oración, y un gusto por los neologismos; a estos dos niveles de la lengua hablada, se les denomina latín vulgar, del que proceden las lenguas románicas, en la época en que ya se había desarrollado la lingua romana, que es la forma tardía del latín. Esto explica que muchas palabras románicas no procedan de un término culto o clásico sino del correspondiente del nivel coloquial popular. Así por ejemplo, la palabra latina equus que significaba 'caballo' cayó en desuso y fue sustituida por caballus que significaba 'rocín' y es de la que proceden la castellana caballo y la francesa cheval; otro tanto ocurrió con la palabra que significaba 'cabeza', caput forma del latín clásico, que fue sustituida por la vulgar testa, que significaba 'olla', de la que proceden la catalana testa y la francesa tête, en tanto que la castellana cabeza deriva de una deformación de la clásica caput.

4. LATÍN MEDIEVAL
Durante la edad media, en Europa occidental las cartas se escribían en latín. Se denomina latín medieval o bajo latín a la lengua latina que se usa en este periodo. Era una lengua viva incluso para la gente no instruida y que no lo hablaba, porque era la lengua empleada por la Iglesia tanto en el culto diario como en los escritos. No obstante sufrió muchos cambios: la sintaxis se simplificó, se adoptaron numerosos neologismos de orígenes diversos y muchas palabras cambiaron de significado. A pesar de eso, el latín cambió menos que el francés o el castellano en este periodo.

5. LATÍN MODERNO O EL NUEVO LATÍN
Aparece en los siglos XV y XVI lo que ha dado en llamarse latín moderno. Los autores del renacimiento dan lugar a una literatura nueva en latín que imitaba el estilo de los autores clásicos, sobre todo el de Cicerón. En aquel tiempo se escribían en latín casi todos los libros de importancia, científicos, filosóficos y religiosos, lo que supone las obras del pensador holandés Erasmo de Rotterdam, el filósofo inglés Francis Bacon y el físico de la misma nacionalidad Isaac Newton, así mismo fue la lengua en que se producía la comunicación diplomática entre las naciones europeas. A finales del siglo XVII pierde su condición de lengua internacional. No obstante, durante los siglos XVIII y XIX aún se conserva como lengua para los estudios clásicos, e incluso se han redactado en latín algunos tratados durante el siglo XX. Todavía hoy la Iglesia católica lo emplea como idioma oficial en sus documentos.

En la enseñanza de esta lengua se han aceptado varias formas de pronunciación que suelen acomodarse a la pronunciación de cada una de las lenguas europeas derivadas del latín, la más generalizada es la que usa la Iglesia católica, muy parecida a la del italiano. Lo que hoy se enseña es una reconstrucción del latín de la época de Cicerón. Hasta hace pocos años la enseñanza del latín en España se consideraba importante para conocer el patrimonio cultural y daba sentido a la enseñanza de la lengua vernácula. Se pronunciaban los nombres propios de forma análoga a como se hace en esta lengua lo mismo que ha ocurrido en otros países, y así el nombre de Cicero se ha pronunciado chíchero en italiano, zizéro y kíkero en español, tsítsero en alemán y sísero en inglés.

En la antigüedad, el latín poseía menos flexibilidad y riqueza que el griego; su vocabulario era más limitado y menos apto para la expresión de ideas abstractas. Los romanos, que conocían las limitaciones de su idioma, adoptaron numerosos préstamos griegos. Se trata de una lengua de sintaxis rígida y de dicción ampulosa, posee precisión y vigor, además se ha mostrado a lo largo de los siglos como un vehículo admirable para transmitir el pensamiento riguroso. Su supervivencia ha seguido dos caminos: no sólo el propio latín ha permanecido hasta el presente como lengua literaria, sino que también está vivo en las lenguas románicas que representan la evolución contemporánea del latín vulgar; hay quienes consideran el italiano como el latín actual (véase Lenguas románicas). Otras lenguas que no derivan del latín como el inglés o el alemán han incorporado a su léxico préstamos que proceden de aquella lengua, bien de forma directa, bien indirectamente a través del francés o del italiano o de cualquier otra lengua románica. Es una lengua importante no sólo por su literatura, sino también porque al estudiar su evolución se adquiere información general sobre la historia de la lengua y de forma concreta sobre el origen y la evolución de las lenguas europeas contemporáneas.